viernes, 20 de agosto de 2010

HISTORIA DE LA PRIMAVERA



El rapto de Perséfone

Cuenta Homero que hubo un tiempo en el sureste de Europa en que reinaba la eterna primavera.
La hierba siempre era verde y espesa y las flores nunca marchitaban.
No existía el invierno, ni la tierra yerma, ni el hambre.
La artífice de tanta maravilla no era otra que la diosa de la fecundidad de los campos,
Démeter (la Madre Tierra).

Démeter se convertiría en la cuarta esposa de Zeus, padre de todos los dioses, dueño y señor del cielo.
De este matrimonio nacería Core (doncella), que después recibiría el nombre de Perséfone.

La criatura era el amor de su madre, y una joven de gran hermosura.
Solía acercarse a un campo repleto de flores a jugar.
Un día pasó por allí el terrible Hades, dios de los infiernos, con su temible carro tirado por caballos.
Se encandiló de Perséfone y la raptó para llevarla al subsuelo, a su territorio.

Démeter, al no aparecer su hija, empezó a preocuparse y fue en su busca.
Para ello encendió dos antorchas y, con una en cada mano, emprendió
una peregrinación de nueve días y nueve noches en su busca.
Todo fue inutil.
Al décimo día el Sol, que todo lo ve, se atrevió a decirle quién se había llevado a su hija.
Irritada por la ofensa,
Démeter decidió abandonar sus funciones y el Olimpo.
Vivió y viajó por la tierra.
Esta se quedó desolada y sin ningún fruto
ya que, privada de su mano fecunda, se seca y las plantas no crecen.

Zeus, ante el desastre que se estaba produciendo, se vio obligado a intervenir de alguna forma.
Sin embargo no le fue posible devolver a Perséfone a su adorada madre.
¿Por qué? Porque la muchacha había probado el fruto de los infiernos
(la granada) y le era imposible regresar al mundo de los vivos
y abandonar las profundidades.

Así las cosas, se pudo finalmente llegar a un compromiso.
El acuerdo permitía a la joven mantenerse al lado de su esposo durante
un periodo del año
(unos mitólogos dicen medio año, otros un poco más)
y volver al lado de su madre.

Cuando Perséfone regresa con su madre, Démeter muestra su alegría haciendo
reverdecer la tierra, con flores y frutos.
Por el contrario, cuando la joven desciende al subterráneo, el descontento de su madre
se demuestra en la tristeza del otoño y el invierno.
Así se renueva anualmente el ciclo de las estaciones.

miércoles, 4 de agosto de 2010

16 de Agosto - Historia del Día del Niño en Paraguay



La Guerra de la Triple Alianza (1864- 1870) es uno de los episodios más infames de la historia sudamericana. Esta confrontación fraticida la protagonizó el Brasil imperial de Pedro II junto a liberales argentinos y colorados de Uruguay, por un lado, y el Paraguay nacionalista del Mariscal Francisco Solano López, por el otro.
Cabe recordar que Paraguay estaba entonces a la vanguardia entre los nacientes estados americanos. No importaba artículos suntuosos, y los que necesitaba los canjeaba por productos del país que transportaba en sus propios barcos (entre los cuales contaba al primer vapor fabricado en América). En vez de endeudarse, contrataba los técnicos que necesitaba para fabricar trenes, telégrafos y canales de riego, entre otras cosas. Ya en 1845 no había analfabetos en Paraguay, y su industria textil y del algodón era la segunda en importancia detrás de la inglesa. Gran parte de esta historia se explica por la participación no declarada de Inglaterra en pos de destruir la competencia…
La conflagración resultó un desastre humanitario del cual la nación guaraní se llevó la peor parte. De hecho se calcula que murieron 800 mil paraguayos, quedando apenas 14 mil hombres sobrevivientes. Prueba de la carnicería a la cual fue sometida Paraguay fue la batalla de Acosta Ñu, producida el 16 de agosto de 1869, en la cual 3.500 niños paraguayos de 6 a 14 años, junto a un puñado de veteranos, enfrentaron a 20 mil hombres del ejército aliado. Los niños de seis a ocho años, disfrazados con barbas postizas para que el enemigo los tomara por adultos, se agarraban llorando a las piernas de la soldadesca para que no los matasen, y eran degollados en el acto. Escondidas en al selva próxima, las madres observaban el desarrollo de la lucha. No pocas tomaron lanzas y hasta llegaron a comandar a grupos de niños en la resistencia. Sin embargo, después de un día de lucha, los paraguayos fueron derrotados. El Conde D´ Eu, el sádico a cargo del Ejército aliado en esta batalla, mandó incendiar la maleza cuando terminó la lucha, quemando vivos a los niños y las madres que fueron a socorrerlos. No contento con ello, mandó a cercar el hospital de Peribebuy, manteniendo en su interior a los enfermos y lo incendió. Los soldados invasores se encargaron a su vez de empujar hacia adentro a quienes lograban salir de la deflagración. Seguramente no existe ningún crimen de guerra más hediondo que éste en América del Sur. Es por ello que cada 16 de agosto se conmemora el “Día del Niño” en Paraguay. Una historia digna de recordarse en toda la región, y que tendría que prevalecer a la fiesta consumista que se anuncia desde los grandes medios de comunicación.